Sueño con aquel amor

Sueño con aquel amor

Sueño con aquel amor,

que me brindó la ilusión,

de quererte, pero tú

nunca creíste que yo

podría merecerte.

 

Tengo el corazón perdido,

y no sé porque tu nombre,

está en todos mis latidos.

 

Me pregunto y no encuentro

el secreto que alimenta,

al navegante de sueños,

en el mar de la existencia.

 

Busco entre mis recuerdos,

las escenas anteriores

a esta triste soledad,

la verdad, es que me pierdo,

y no encuentro,

en la bóveda del cielo,

ninguna estrella fugaz.

 

Es tan bonito quererte,

y llevarte en la mirada,

que a pesar no tenerte,

imagino que me amas.

 

Y aunque sea solo ensueño,

el que nubla mi razón

besar tus labios quisiera,

para probar el amor.

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Son los labios del querer

Son los labios del querer

Son los labios del querer,

dos amapolas ardiendo,

que buscan en la madrugada,

las caricias y los besos.

 

Tienen hambre,

atraen sus rojos destellos,

encendidos pasión,

que me cala hasta los huesos.

 

Son los labios del querer,

bajo la luna conjuros,

que rompen el amanecer,

con paisajes en claroscuro,

 

Y es tu boca, tu boca fresca,

la que me invita a beber,

de esos labios encendidos,

para que apague mi sed.

 

Querer como yo te quiero,

al sentimiento desgrana,

desamparada la sangre,

de rojo, se tiñe el alma.

 

Son los labios del amor,

dos amapolas ardientes,

coloridas y sinuosas,

cual mariposas vivientes.

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Solo tú y yo sabemos

Solo tú y yo sabemos

Solo tú y yo sabemos

que me embruja tu mirada, 

y me brinda la ilusión

de darle vida a mi alma.

 

Oigo tu voz en el viento,

oigo recuerdos que claman,

de la mano del silencio,

son para mí viva llama.

 

No me importa que mi voz,

busque siempre tu mirada,

sobre tus labios ardientes,

se contonean mis palabras.

 

Soy como un rayo de luz,

que entra, 

agradecido en tu casa,

y llega a tu corazón,

con latidos de esperanza.

 

Cuando mis labios subieron,

al pedestal de tu boca,

sentí el placer inmenso,

de darle a mi corazón,

lo que tu amor le provoca.

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Temor a los espejos

Temor a los espejos

En un espejo roto,

contemplo mi rostro,

cercenado por las arrugas,

huellas de sonrisas lejanas.

 

Me inundan los rubores,

imágenes fracturadas,

que esconden un rostro

en el hondo olvido.

 

Un grito abierto,

rota la madrugada,

una estrella fugaz, cayó,

con sus alas extendidas,

iluminando los silencios,

en sus sombras de tristeza.

 

Temo a los espejos,

a los espejos rotos,

que desangran el pasado,

en los días nostálgicos de tu ausencia.

 

Un silencio ensordecedor,

guarda quizás un dolor,

para evitar que se abran,

las cicatrices del tiempo.

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Te quiero tanto te quiero

Te quiero tanto te quiero

Te quiero tanto te quiero,

que en el mar de tus pupilas,

la noche se prende fuego.

 

No temas que el viento hable,

sin memoria de lo nuestro,

piensa que busca otra tierra,

para regalarte el cielo.

 

Ay, te quiero tanto, te quiero,

que hasta el alma se me enciende,

cuando escucha tu silencio.

 

A veces yo me pregunto,

si eres mi estrella en el cielo,

porque tu mirada es limpia,

y tu semblante es sincero.

 

Te quiero tanto te quiero,

que al besarte mientras duermes,

anidas en mis recuerdos.

 

Iluminaba la luna,

al ángel de mis desvelos,

de sus párpados caían,

lágrimas de terciopelo.

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Ríe, mientras yo tiemblo

Ríe, mientras yo tiemblo

Ríe, mientras yo tiemblo,

aquella calavera me miraba,

con los ojos vacíos, cráteres ausentes,

que de ellos escapa, un amor callado,

un amor distante, y quizás por eso,

hace que no intuya, que tras esa risa

se esconde una enorme pena.

 

Me lleno de rabia, la miro y la provoco,

¿qué quieres de mí?

escucho a mi corazón decir:

No te asustes, ¿no la recuerdas?

es la rama muerta de tu piel deshojada,

muy lejos del edén florido,

amarga añoranza de un recuerdo vivo.

 

Lo que más amaba se desdibujó,

en miles de palabras que en alma riman,

en la noche enlutada,

entonces comprendí que estaba muerto…

Te equivocas, no eres tú quien está muerto,

-el que está muerto es tu cuerpo-

 

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Aunque ella no existiera

Aunque ella no existiera

Tuve un sueño tan ferviente,

que recreaba en mi mente,

todo aquello que soñé,

la busqué y la busqué,

como si ella existiera,

una febril compañera,

una hoguera preparada para mí.

 

Sus labios eran pétalos de brisas,

dibujando una sonrisa,

de aroma fresca de enamorada,

volcán donde el sol se echaba,

cuando la luna colgaba,

de la bóveda del cielo,

hurtándome el sosiego.

 

La ansiedad me mata,

y la noche me delata:

Soy culpable de dejarme llevar,

por las olas del recuerdo,

que buscan llameando,

las playas de la aurora,

inmensa lengua de fuego,

besos plenos de silencios,

que en la noche me devoran.

 

Y aunque ella no existiera,

ni la luna bajo el cielo,

cuando la dicha te habla,

en la gloria está mi alma,

bajo su embrujo y amor,

ay, tengo la sensación de vivir

en eterna tentación.

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