Era una noche de sonata ardiente,
El resplandor de una centella,
Abrasó y penetró en su frente,
La acuné en mis brazos, moría por ella.
Rayo caído del cielo,
Se apagó en su memoria,
Su alma se fue callada,
Volando rumbo a la gloria.
Oscuro abismo la nombra,
Sendas opuestas elegimos,
Una es clara y otra es sombra,
Su fragancia es el camino.
Una lágrima brillaba escondida,
Dentro de su pupila muerta,
Un adiós, de despedida
Anunciando su partida cierta,
Cuanto daría yo por verte,
Por tocarte, por besarte,
Que huyera de ti la muerte
Para poder reanimarte.
Copyright © 16/2014/2333