Aullando por su hembra
Soy
preso de la belleza
que
adorna tu cuerpo,
de
la mirada de tus ojos,
de
la sonrisa de tu boca,
me
duele la memoria,
de
tanto recordarte.
Si
pudiera decirte cuanto te amo,
sé
que no puedo hablar en voz alta,
ni
decir tu nombre, sueño contigo,
la
fiebre por ti dilata mis arterias,
quiero
que sepas que para ti vivo.
Ignoras
como mi cuerpo grita,
y
mi alma tiembla sin tus caricias,
el
hambre por ti me devora,
dejando
señales evidentes,
en
mi corazón empañado de dolor.
Tu
ausencia, marcó mi vida,
quizás
aquella luna, secreta luna,
la
del adiós temprano,
bañándose
en un mar de nubes,
rescató
mi piel de la derrota.
Cerré
los ojos por un instante,
hasta
que fuiste presente,
en
aquellos días en que la juventud,
te
ciega de plenitud.
Después
el lobezno se hizo hombre,
y
hambriento por su hembra,
comenzó
a aullar y sus aullidos,
estremecían
al viento.
Mientras
que el rastro
de
sus huellas husmeaba,
exhausto,
su cuerpo y su alma
se
ocultaron en la pena.
“Tu
amor no lo pude guardar
en
mi corazón silvestre,
y
te perdí en la selva urbana”
Copyright © RTPI – 16/2025/3368

Muy romántica tu poesía, bella forma de interpretación a un sentir tan profundo como es el amor.
ResponderEliminarMi aplauso
Maribel
Me rindo a tus cautivadores versos. Se puede morir de amor si tu corazón no consigue esa hembra que ilumina tus pensamientos.
ResponderEliminarHa sido un verdadero placer entrar en tu mundo.
Enhorabuena
Sara Melo
Amor, amar en el paraíso terrenal.
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