Y el mar se cansó de esperar
Las
olas fluían por el lagrimal de sus ojos,
olas
ahogadas en el tronco de su corazón,
el
querer de los quereres,
ese
mar que nunca duerme,
había
hecho mella en sus rincones más íntimos.
Sus
huellas borradas perdían sus pisadas
y
sin ellas el mar se cansó de esperar…
no
dejó partir las olas como un amante burlado,
nadie
sabe cómo cayó por el precipicio de la frustración.
Para
entonces la tormenta había estallado,
sobre
el lecho de un río olvidado,
la
desdicha corría desbocada,
penetrando
en sus venas heladas,
donde
la sangre acabaría coagulada.
La
cólera nocturna tronaba,
de
manera constante,
con
un sonido estelar,
audible
más allá del paisaje,
aturdido
el entendimiento,
callaron
sus pensamientos.
Fue
entonces cuando el amor brilló,
iluminando
su atardecer,
olas
al alba se extendían
por
el balcón de sus ojos,
Dulces
siluetas giraban alrededor de su retina,
después
parecía nacer su juventud perdida,
otoñal,
amarilla, y de repente una fresquísima
gota, brotó en la mirada de su adolescencia.
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Hola Nico, se aprecia en tu composición un buen hacer, un excelente trabajo.
ResponderEliminarCada verso cae al papel con tanta inspiración que deja un silencio atronador.
Felicidades y un abrazo
Julio de las Heras
Te felicito, me ha gustado mucho tu poema.
ResponderEliminarUn saludo
Anabel