El reloj de la estación
El
reloj de la estación,
con
su mutismo nos habla,
latidos
de un corazón,
con
sus manecillas largas.
Aquel
viejo tren
reanuda
su marcha,
al
reloj viviente,
se
le enciende el alma.
Hoy
ya eres silencio,
el
recuerdo me desgarra,
eran
tiempos de alegría,
el
amor abría sus alas
Soñando
mil sueños,
cambiando
las caras,
cuantas
ilusiones,
cuantas
esperanzas.
Aquel
beso que te di,
aún
conserva tu fragancia,
la
vida es un tierno beso,
escondido
en una lágrima.
¡Ay!
del tren que nos lleva,
pasó
ya por la estación,
acelerando
a mí sangre,
no
pude decirte adiós.
Peinando
canas el tiempo,
las
horas con caras largas,
de
nada vale rezar,
del
reloj voló su alma.
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