El café Varela
A finales del siglo XIX en Madrid se abrieron ilustres
cafés literarios donde se reunían poetas, artistas e intelectuales para, entre
café y café y lo que hubiera menester,
debatir innumerables horas de literatura, cultura, política y otros asuntos de
actualidad, una costumbre que vino de Viena y que arraigó en la capital de
forma brillante, poco a poco se convirtieron en centros culturales de primer orden,
entre ellos destacaban los cafés de Gijón, VARELA, Mahón, del Callao, Español, Pombo
o el Comercial.
El Café Varela
(1884),
es uno de los más famosos e histórico cafés de Madrid de finales de siglo XIX y
XX
Los fundadores del Café Varela fueron los hermanos
Edmundo y Manuel Varela, gallegos de nacimiento, emigran a Madrid para trabajar
de pequeños industriales en el sector avícola, con esfuerzo consiguen un puesto
en el Mercado de los Mostense (1875), ubicado en la plaza del mismo nombre,
junto a la Plaza de España.
Poco a poco consiguieron una considerable fortuna, “Los polleros de oro”, así le llamaban
la vecindad.
Corre el año 1.884 y los hermanos Varela alquilan
un local en la calle Preciado, 37 para instalar un café de barrio con la
intención de servir cafés y atraer a personas del mundo de la cultura.
Como el negocio cada día era más rentable, deciden traer de su pueblo a su sobrino Silvestre.
En principio el joven trabaja en la pollería,
después lo trasladan al Café Varela como
“mozo echador”, es decir acompañante del camarero al que auxilia llevando dos
grandes cafeteras, de café y de leche para servir a los clientes. En tan solo
dos años el joven Silvestre pasa de ser un simple mozo a dueño del negocio, sus
tíos van siendo mayores y en 1916, le ceden los derechos.
Silvestre Díaz Varela, (Don Silverio), le da otro
enfoque, como punto de encuentro para tertulias literarias y versos de medianoche.
Con el tiempo comienzan a pasar por allí los más ilustres y variados personajes
de la vida social madrileña de la talla de Azorín, Unamuno, Valle Inclán, Benavente,
Emilio Carrére, los hermanos Machado, Maeztu, Pío Baroja, León Felipe, Cela
etc.,
Pero vayamos a la historia del café Varela, el primer ambiente que
reina es café de barrio, hasta que allí recala Tomas Luceño, con la intención
de pedir “Recado de escribir” al mozo-camarero, lo que significa que con esta
petición, junto a la consumición, este habría de proporcionarle siempre
“servicio de pluma y tintero”, el llevaría sus cuartillas para escribir sus
farsas.
Su gozo dura poco, desembarca otro escritor más
famoso, Eduardo Zamacois, (1901), novelista con buena hechura y con aire nuevo
y así irrumpe
como primer escritor en el café Varela, sus
primeras novelas son Cuentos Populares,
eran semanales y se vendían en kioscos.
De cuando en cuando acude al café Varela un joven
con buen olfato, para encontrarse con alguien del que poder aprender, iba
tomando notas de aquí y de allá en los cafés de barrios y así le sale su
depurado talento:
“La losa de
los sueños”,
su primera gran obra, estrenada el 9.11.1911 en el Teatro Lara. Este
joven escritor se llamaba Jacinto Benavente, destacó sobre todo en la
comedia y en el drama llegando a escribir más de 150 obras. Fue miembro
destacado de la Real Academia Española. En 1922 le concedieron el premio Nobel
de Literatura.
En Abril de 1910 comienzan las obras de expansión
y crecimiento de la arteria principal del centro de Madrid una vía ancha que
fuera atractiva y señorial “La Gran Vía”, debido a la construcción y sobre todo
al ruido infernal de las excavadoras de la época, se cierran muchos locales
entre ellos el café de Callao, de allí viene a refugiarse al Café Varela, un poeta,
fascinado por la vida bohemia, Emilio Carrére, sus contemporáneos le
evocan con su chambergo, capa y
cachimba. Un escritor inteligente y culto que escribió la mayor parte de su
obra en los veladores de este café.
Carrére era funcionario del Tribunal de Cuentas y en su
tiempo libre escribía libritos de poemas que se fueron popularizando y poco a
poco fue cosechando notable éxito, que le llevaron a consagrarse como cronista
oficial de la Villa de Madrid. Entre sus
obras poética, la más conocida fue “La musa del arroyo”.
Al final de la dictadura de Primo de Rivera y la llegada de la Segunda República, se cierra el Teatro Real y el contiguo Café Español, hace que los hermanos Machado y sus contertulios busquen un nuevo café.
Deciden trasladarse al café Varela, un lugar
sorprendente, con las columnas y los techos que eran obras de arte y en sus veladores damas con mantillas,
hombres con capas, artesanos con bastones de nudos y también jóvenes con
parejas vestidas de chulapa, una atmósfera fascinante.
A la tertulia de los Machados acuden los conocidos y otros muchos de
provincias, así como extranjeros que desean trabar relación, un amplio elenco
de personalidades de aquí y de allá.
También acude Ricardo Baroja, que comenta anécdotas, sucesos como el relativo
a cuando viaja con su hermano Pío Baroja a Extremadura con tienda de campaña a lomos de una borrica.
Los hermanos Machados, es la historia de un
canto a lo no dicho, es un largo camino en la forma de pensar, con un pasado a
la espalda, de éxitos vividos juntos, que de nada servirán.
Manuel Machado hombre de pocas palabras, en sus versos muestra esa interioridad. A destacar que era un buen observador y, experto en crítica teatral, además de un buen poeta.
En cambio Antonio era un entregado a las tertulias
y los versos de media noche. Su hermano José Machado dice de él, que sobresalía
por su amor a la naturaleza, su generosidad, su firmeza de voluntad.
Fue el poeta del pueblo, y esa sensibilidad de lo
popular es la que filtra su genuina poesía.
Después vino Miguel de Unamuno intervenía en las tertulias literarias y
destacaba por no dejar hablar a nadie, un polemista incansable y también famoso
por meterse en todos los charcos, con el tiempo llego a ser el escritor más
representativo y principal exponente de la generación del 98.
Acuden también al café de Varela, León Felipe, Julio Caro Baroja, María Teresa León y Rafael Alberti, este con la clara intención de que Antonio Machado colaborase en la revista “Octubre” que él había fundado.
La música tendría también su lugar en el café con
actuaciones en directo.
Sorprendente fue la visita de Francisco Franco
siendo comandante General de Canarias en este caso para cenar y ver la última
actuación en vivo de Olga Ramos, violinista y cantante, hizo del cuplé una
vivencia irrepetible.
Durante la Guerra Civil permaneció cerrado aunque poco después volvieron allí las tertulias con personajes como Gloria Fuerte, Rafael Azcona y Antonio Mingote y cerró como tal a finales de los años cincuenta.
A pesar de las calamidades que ha
tenido que vivir el local, aún se siente el espíritu de un café histórico.
He leído que su actual propietario el
empresario gallego Melquiades
Álvarez, va recuperando las tertulias que lo hicieron famoso. De momento ha creado los Premios Café Varela, que ya van
por la tercera edición y está estudiando recuperar “el Premio Sésamo de novela
corta”,
Hace poco tiempo, en la presentación
del libro <<No soy uno de los vuestro>> de Jeosm (importante fotógrafo
de prensa), el Café Varela se convirtió en una fiesta masiva, con Arturo Pérez
Reverte, Marta Fernández, Antonio Lucas, etc. un ejército de escritores y
periodistas que de nuevo han puesto de moda al Café Varela y en punto de
referencia cultural del Madrid de hoy.
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Publicado en la Revista Cultural "LA TALEGA" Nº 51 año XXVI - Agosto 2025