La suerte está echada Antes de que mi alma volara, a otra extensión de
la vida, en ese punto crucial, donde la energía luminosa sale del cuerpo, sentí
la necesidad de preguntarme ¿en la otra vida que ofrecen? Entonces desperté y me di cuenta de que nada era
como antes, una mujer lloraba desconsoladamente y sus ojos encharcados de
lágrimas lo decían todo… ¡no es posible!, ¡no puede ser cierto! que yo esté
reposando en una tumba con una losa donde está inscrito mi nombre. Mi alma vaga en ese espacio infinito que se abre y
se revela como una frontera entre la vida y la muerte, en ese lapso de tiempo,
debo encontrar un cuerpo donde refugiarme, para tener una nueva vida. Quizás estoy revelando una vana ilusión, de esa
parte de la vida después de la muerte. La vida en el inframundo es de una ambigüedad que
pasma, cubierta de densas brumas, donde tu esencia se esfuma y te convierte en
fantasma. Ya convertido en fantasma, soy un calco de mi
alma. Entonces me deslicé a otra nada más amplia, el
frío reinante me inquieta, me miro y
vuelvo a mirar, no encuentro mi silueta. Estoy huyendo de mí, ningún cuerpo regresa a su
verdadero ser, mi alma sabe que un sueño no puede volver a soñarse. En ese ocaso de insufrible tiempo, llegué a este
punto de reflexión, “debo pensar en encontrar un cuerpo que le enseñe a mi espíritu el camino
de la vida ”. Respiré profundo y luego dejé que el aire saliera de
la misma manera. Fue entonces cuando vi una estrella noctámbula de
infinita luz , pasó por mi lado y me dijo: Seduce a mi alma y mi cuerpo será
tuyo para siempre. Sentí como una descarga eléctrica y de golpe su cuerpo invadió mi
espíritu, sin tiempo para reponerme, sus
ondas etéreas me bañaron de dicha, un abrazo fugaz y ríos de luz se desbordaron
por nuestra intimidad, fue entonces cuando descubrí que éramos uno, o mejor
dicho “una”. En la quietud, observo un alma volar, y una mujer
caminar por las nubes del pasado, el cuerpo de mi fantasma en su alma se ha
colado, anda sin saber encauzar sus pasos y contonear su cintura, ante mis ojos
despavoridos, la realidad me deja atónito, necesito respirar, se me va la vida… ¿Cómo es posible que la luz que sale de ella, me deslumbre a cada paso?, me da
la sensación y a mi pensamiento acude la expresión de que “la suerte está echada”, mi esencia la define, que importa que sea
mayor, si su sonrisa es de veinte, lo que importa es que sus ojos divisen un
soplo de primavera. Copyright © RTPI – 16/2021/9535 |
ResponderEliminarUn relato muy original, trazado con exquisita sensibilidad y un final que me encanta.
Felicidades y un fuerte abrazo