La sed de la ausencia
Aprendí
del agua,
que
aunque escriba tu nombre,
mi amor no me moja,
hasta
que mi alma esté sedienta.
En
las alcobas del sueño,
todo
se trasparenta,
tras
la sutil cortina de tus pechos,
oigo
el ritmo apacible de tu respiración.
Discurro
porque mi amor,
ha
de ser río, aunque no lleve agua,
y
en esa reflexión remo hasta quedar sin fuerzas,
esperando
que tus aguas confluyan con las mías.
Sobre
aquel papel en blanco,
un
desnudo pensamiento,
con
los ojos de lujuria,
enciende
la llama dentro.
Y
nada más que el beso encontró tu boca,
se
entregaron sin aliento,
aquel
murmullo del agua,
me
hacía subir al cielo.
Ese
agua que me embriaga,
de
tan inmenso placer,
es
por la sed de la ausencia,
de
aquella bella mujer.
Una lágrima, sí, ¡derramé una lágrima!
una
lágrima azul, de verde esperanza,
hoy
siento a la sangre como se disgrega,
se
destapa el cielo, a la brisa fresca,
curando
al instante la sed de tu ausencia.
Copyright © RTPI 16/2020/1580
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Para mí es un gran deleite navegar por las aguas de tu refinada inspiración.
ResponderEliminarTe felicito
Cuando estás sediento de cariño con unas gotas de amor el alma se llena de alborozo.
ResponderEliminarUn abrazo
Eva Rocha