Mentes lejanas
Las voces metálicas de las campanas,
anuncian
¡fuego! ¡fuego!...
Somos el blanco de la codicia humana,
que con su propio viento, y sus candentes flechas,
en vuelo muy elevado, atraviesan las conciencias,
y nos extraen nuestros proyectos cargados de sangre.
Estas mentes lejanas, son como ciclones endiosados,
fuera de la horma, que anestesian nuestras cabezas,
desde lo más alto, sus ojos de águila, guían nuestros
pasos ya cansados, incapaz de volver en su defensa,
para hacer frente, al miedo que agita el sistema.
La vida se ha quedado huérfana de palabras,
sin voz, sin canto, sin la dulzura de un beso,
un ahogado sofoco, fruto del terror que
martillea una y otra vez nuestros sentidos.
El mercurio subido de tono, abanica nuestra piel,
no diluvia desde hace más de cien años,
las sombras caminan lenta, tras la luz de la ironía,
el pánico en voz baja, se agiganta y crece,
suplicando al cielo, poner una sonrisa en el corazón
del mundo, para secar el llanto de los que sufren.
No hay mar donde ahogarse,
los pulmones perdieron la humedad,
y su consistencia vaporosa es un manantial de luz,
ignoro hasta lo que veo, la cabeza se llena de
tinieblas,
y el pensamiento en ausente nos anuncia el caos.
Los culpables del abuso, rastrean como serpientes,
las lindes del futuro, para atrapar a débiles
colibríes,
huidos de la colmena y dejar que trine el bosque.
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© RTPI – 16/2024/1053 |
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