Ella era, ¡bellísima!
Acuérdate
de olvidarte,
de
aquellos campos de trigo,
que
regaban las mañanas,
las
de nuestro amor furtivo.
Aún
recuerdo como era,
ella
era, ¡bellísima!
era
el canto del viento,
la
brisa de la mañana
Era
azulada armonía,
como
el arrullo del agua,
era
amor y era dulzura,
que
me enciende y que me abrasa.
Ella
era, un soplo de Dios,
para
vivirla y amarla,
alborotando
el silencio,
que
encadenan nuestras almas.
Ella
era, pura fantasía,
que
la mente recreaba,
pues
se llevaba mi esencia
al
crepúsculo del alba.
Copyright © RTPI 16/2019/1187
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Amor y sensibilidad son la esencia de tus versos.
ResponderEliminarGenial amigo poeta.
Tus versos son hermosísimos, la belleza brota en cada uno de ellos, donde ella lo es todo y sobre todo es poesía.
ResponderEliminarFelicidades y un fuerte abrazo
A mi el poema me encanta, tu poesía ensalza la belleza a la mujer de una manera destacada y es en el alma donde las sensaciones que produce el amor,son como un soplo de Dios
ResponderEliminarGracias amigo