El beduino
Mis aventureros ojos
penetraron en la niebla,
sus atardeceres rojos,
espejismos que lo pueblan.
Oigo la lluvia caer,
en las arenas ardientes,
rodilla en tierra el tuareg,
con su alma sonriente.
El dromedario alucina,
al tiempo que imagina,
a un inmenso mar revuelto,
un bosque como el desierto.
Palmeras verdes,
la luna colgada de un remolino,
y en el oasis se pierde,
lo lamenta el beduino.
Visiones que levitan de alegría,
una hermosa sirena,
tomando el sol en la arena,
cae en sus brazos y allí convulsiona el día.
Se levanta la mañana,
para seguir el camino,
oculta tras la ventana,
la sombra del beduino.
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16/2018/1470
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Transmitamos por la vida como si fuera un desierto y no nos paramos ni para beber.
ResponderEliminarTe admiro amigo
Una entrada que a mí me ha encantado, porque tiene unos versos muy bellos:
ResponderEliminarOigo la lluvia caer,
en las arenas ardientes,
rodilla en tierra el tuareg,
con su alma sonriente.
Te felicito y un fuerte abrazo
Un poema genial, la vida es un milagro en el desierto y cada paso un logro, las alucinaciones son constante y los sueños se convulsionan con bailes de frenesí.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
MARILÚ