Los colores del tiempo
En
el mundo reinaba el caos. El día amanecía de un color indefinido, temeroso de
que en su trayectoria le acompañara la triste niebla, después se desataban
tormentas de arenas y la oscuridad se ensanchaba a cada paso.
Los
nervios estaban a flor de piel, le habían robado los colores al tiempo, nadie
sabía cómo, pero las habladurías
haberlas, haylas…
El tiempo estaba loco, por lo
menos, todo el mundo lo creía así,
el
polvo de las estrellas estaba dejando unas huellas preocupantes, las venas del
universo se degradaban y el desierto
ocupaba su lugar.
El
tiempo iba pasando y no volvían sus colores/ el mundo se había convertido una
inmensa jungla, donde las personas eran árboles y las ramas lenguas de fuego,
cuando el viento las movía aquello era un espectáculo impresionante.
Para
vivir de aquella forma había que dejar libre los instintos y absorber las
esencias de miles de hojas que morían en silencio.
Aquella noche escuché los pasos
del tiempo, caminaba como hechizado por la luna, percibía sus latidos, su larga
melena estaba impregnada de aire otoñal y en esa soledad, al cielo clamó con
dolor de penitente, la pronta redención, abrió las puertas a la primavera, la
bella estación donde el color es emoción y la fe jamás perece/ allí saltó la
chispa, y aquella calle oscura se iluminó y fue sorprendente descubrir que hay
salida más allá de lo que nuestros ojos ven/ y el tiempo volvió a florecer con
divertidos colores.
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16/2022/3061 |
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