En los brazos de Morfeo
Aquella
noche no conseguía conciliar el sueño,
el
sol ya se había dormido,
y
el nublado cielo, parecía un mar de olas,
sin
el fulgor de las estrellas.
La
conciencia hacia malabares
por
alcanzar los brazos de Morfeo,
temblando
acaricié la luna, ondulante, sensual,
volaba
a ciegas entre nubes de ébano,
Un
sueño imaginario cantaba tempestades,
en
el claro- oscuro piano del anochecer,
sus
notas románticas convertidas en ritmos,
ligaban
estambres del deshojado insomnio,
con
pupilas de ensueño.
En
esta oscuras horas cargada de emociones,
es
hermoso soñar, cuando la lluvia insiste,
bajo
el son de la melodiosa letanía,
y
aunque soy sordo, desvela mis oídos.
A
punto de desvanecerse la noche,
en
la oscuridad donde la luna me cobija,
se
hunde el castillo de los sueños,
los
rayos del amanecer me devuelven intacto,
a
la sinuosa realidad, tan negra como mi pena.
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