La vaca y sus terneros Aquellas verdes hojas,
caían atormentadas,
el viento sanguinario del amanecer,
espantaba a la vacada.
En la penumbra del viento,
hay frío, un frío que congela el alma,
las flores de la amargura,
circundan a la vaca brava.
Tres retoños blanquecinos,
adheridos a sus tetas,
de su ubre se le escapa,
la sangre, que exprime su silueta.
Vaca de tez polvorienta,
cándida flor ancestral,
a la sombra de la encina,
no me deja de hechizar.
Que sueño pesaroso, que desvelo,
con lágrimas cansada su esquila
llama al cielo, otra vez huérfana,
el vaquero, con hambre de esperanza,
apartó de ella sus terneros.
Copyright © RTPI – 16/2021/9535
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