El cielo del paladar Miro a las nubes para intentar descifrar el paso
de la vida, pero solo encuentro el reflejo de un horizonte que sonríe con el
carmín del crepúsculo. Bajo la noche estrellada van caminando los sueños
que se evaporan al amanecer. De una de esas noches, aislé unos fragmentos que
guardan un singular misterio: Había salido la luna blanca, por el contraste con
su piel oscura, se asomaba a mi ventana violando mí intimidad, y en sus ojos de
mármol con el desnudo a punto, un chorro de agua helada, tiembla en mi cuerpo y
resbala al otro lado del cielo. Quise dar un paso al frente para intentar
descifrar aquel misterio pero me salió un paso atrás. Un cuerpo oscuro me abraza, tiemblo como la llama,
me recoloca los huesos y por incierto
que parezca, noto que lo que me atrae de ella, son las curvas que ciñen su
cintura, entonces abro los ojos y veo que mis labios enloquecen con otros
labios carnosos, como la pulpa del granado, nos damos un beso con lujuria, sediento por encontrar el oasis del querer. En un solo instante mi lengua recobra la ilusión,
es el amor deseado, quiero saborear su cuerpo tal como lo había soñado. Amanezco empapado, veo resplandecer el alba y ante
tan divino despertar las nubes palidecen con la sangre de mis venas…, de pronto
cierro los ojos y encuentro sueños buscados y caricias perdidas. Cuantos años de ausencia condensada en la memoria
abierta, no sabiendo que hacer con el
sabor a miel de tus labios, que aún persiste, esparcido por el cielo del
paladar. Copyright © RTPI – 16/2021/953
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Un relato ingenioso e interesante.
ResponderEliminarUn abrazo
Para mi es una delicia leerte, el romanticismo me atrae, es una manera de poner letras a las ideas bella. Y tú lo haces perfecto.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo