Era el
alcalde del pueblo
Icono de
austeridad,
En las
pliegues de su rostro,
Se adivinaba
su edad.
Fiel amigo y
deslenguado,
Esquivo
y atormentado,
No responde
a las preguntas,
Ruge como
marabunta.
Lleno de
energía oscura,
Imagen de
imperfección,
Entre santo
y demonio,
Justo de
improvisación.
Hombre de
infausta figura,
Apóstata
furibundo,
Un genio de
la censura,
Así
era el tío Facundo.
Copyright © 16/2013/4950
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Me gusta el poema, describes muy bien a ese alcalde antiguo de pueblo, la máxima autoridad, de ordeno y mando y no hay mas que hablar eran muy austero y muy lejanos.
ResponderEliminarLo digo por experiencia, un familiar fue alcalde por los años 50
Tus versos están llenos de una fuerza especial y de un regreso al pasado donde marcas los antecedentes de una conocida estirpe de alcaldes que para bien o para mal nos gobernaron, no eran tan eruditos como los de hoy pero se ocupaban mejor de los problemas de los vecinos.
ResponderEliminarNo compareis los alcaldes de antes con los de ahora, juzguen Uds mismo y verán imputaciones por doquier, recuerdo al alcalde de mi pueblo que adelantaba dinero de su propio bolsillo para la gente que hacía trabajos para el ayuntamiento, y el no cobraba "ni un duro"
ResponderEliminarTe felicito por tu trabajo y tocar un tema interesante.
Un alcalde de los de antes con dos cojones y un palito.
ResponderEliminarUn poema brillante retratas muy bien al personaje.
Esos personajes se daban en todos los ámbitos, pero aunque rudos eran casi siempre honestos, fiel reflejo de los mismos
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