Mar
tranquilo, mar furioso,
Que devoras
a la tierra,
Con tu brazo
luctuoso,
Avanzando en
son de guerra.
Pintas las
noches de fuego,
Que rompen
la oscuridad,
Iluminas los
caminos,
A marineros
errantes,
En
insondable orfandad.
Esa selva de
coral,
Que en tus
entrañas florece,
Pinta de
azul y se estremece,
Al ver las
olas pasar.
Con sus
canciones de espumas,
Y la sonrisa
en la boca,
Latidos
callados entre las dunas,
Que se
funden con las rocas.
Mal furioso,
mal calmado,
De bravura
despojado,
Silencio en
la marejada,
Cubriendo a
la tibia arena en la ensenada.
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