Para Elisa (1)
Aquellas
notas que sus dedos tocan,
música
preciosa, que en sus manos
cobran
vida,
teclas
negras, teca blancas,
con
cada acorde cautiva.
Añoro
esa melodía,
que
suspira en el silencio,
recuerdo
aquella mujer,
de
vértigo era su cuerpo.
Para
Elisa,
locura
tan dulce como una brisa.
princesa
de ardiente celos,
diosa
de suave destello,
tiemblo
con sus antiguas caricias,
canto
para que el deseo no exista.
Mi
alma regresa al lugar…
tócala
una vez Sam, tócala,
que
tengo un mundo para recordar,
la
dulce atmósfera,
me
trasporta al más allá.
Baila
la luna blanca,
en
brazos del cuerpo de los años,
y
aquel piano
con
sus notas tan brillantes,
yo,
me sentía el más enamorado.
Estreché
mi cintura,
a
la cintura fugitiva de aquella musa,
sentí
como sus labios en mi rostro,
posaban
su ternura.
Tendida
sobre aquel vibrante piano,
¡cuántas
veces cerré los ojos
para
escuchar,
el
más grato frenesí musical!
Copyright © RTPI – 16/2025/3368

Verdaderamente precioso este poema para Elisa. Escucho su música y me cuelo dentro y me quedo un buen rato para disfrutar tus versos.
ResponderEliminarUn beso poeta
Olga Igueras
Me emociono cuando te leo, tu poesía aparece como una tabla de salvación, suele darme sorpresa al reflejar parte de nuestras vivencias.
ResponderEliminarEscribes magistral, un poema muy bello, tu talento no deja de sorprenderme.
Te dejo un fuerte abrazo
Peña
Seguramente así fue aquella hermosa mujer que fue objeto de su amor, Beethoven inmortalizó.
ResponderEliminarY tú lo haces también con una música que se inicia con unos dedos que tocan en la hoguera que enciende la nostalgia que nace de un recuerdo íntimo.
Feliz Navidad
Isabel Valbuena
Mis mejores deseos de paz, salud amor y prosperidad para todos.
ResponderEliminarEl anhelo de que tengamos un Año 2026 sin guerras en el mundo y que la alegría y el éxito sonría en vuestros corazones,
Un abrazo enorme
Echando la vista atrás, mi alma regresa al lugar, Tócala una vez Sam, tócala ... El café de Rick en Casablanca, cierto?
ResponderEliminarMe encantó leerte de nuevo
Irene