| 
 A ti me entregué aquel día 
El
amor que tú me das, 
exultante
vendaval, 
un
hervidero de dicha, 
que
no me da ni un respiro, 
ni
tiempo para un suspiro. 
  
Rendidamente, 
acerqué
mis labios a tu boca,  
y
sentí que tu amor 
saciaba
mi sed. 
  
Entonces
agité mi cuerpo 
contra
tu  ceñido todo,  
y
una enardecida espiga  
se
alzó victoriosa, 
en
mi vientre primaveral. 
  
Gocé
por primera vez, 
como
nunca había gozado, 
y
me llenaste de amor, 
y
de pura fantasía, 
en
mi mente está grabado, 
que
a ti me entregué aquel día. 
Copyright © RTPI – 16/2024/2824 
   | 
No hay comentarios:
Publicar un comentario