Así nace la poesía

Así nace la poesía

Nace de un sueño dormido,

desnudando capa a capa,

ese cielo de escarlata,

y al momento de escribir,

veo tu mirada tan tierna,

que no sé lo que decir.

 

La incertidumbre me abruma,

y me siento prisionero,

de ese mágico misterio…

 

Entonces vienes a mí,

¡cómo decirte princesa,

que no soy nada sin ti!

soy consciente del placer,

que tu presencia me da,

cuando te veo nacer.

 

Sin ti todo es silencio.

tu sientes lo que yo siento,

y buscas mis inquietudes,

explorando mis sentidos,

algo que siempre he sabido.

 

Nada es más bello al nacer,

no me lo apuntes princesa,

el amor a una mujer,

es como amar a la poesía,

que nace para querer,

eso tú ya lo sabías.

Copyright © RTPI – 16/2024/2824

 

Un momento de euforia

Un momento de euforia

Recuerdo cuando éramos niños,

y jugábamos a ser inmortales,

tu dulce susurro me decía,

hasta que la muerte nos separe.

 

Tú me mirabas y yo me perdía

en el paraíso de tus ojos,

aún siento aquellos momentos,

se me agolpan los latidos

y se estremece mi cuerpo.

 

Soñaba todas las noches

con acariciar tu cuerpo,

y la luna se encendía,

cual suave melodía,

tu sed de amor me ofrecía…

 

La sangre bramaba dentro de mí

y en un momento de euforia,

me miraste y me perdí.

 

Después solo encontré soledad,

aquello que creí haber querido,

fue un sueño diluido,

como única verdad.

 

Es inútil que te pida que vuelvas,

como si alguna vez hubieras estado aquí,

mi memoria se alimenta de fantasmas,

con deseo de decirte, que nuestras vidas,

son inocencias perdidas,

en la absoluta intimidad.

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La voz del silencio

La voz del silencio

Llamé al cielo,

y  el silenció contestó:

Hoy  el cielo está vacío, 

ayer estuvieron de fiesta…

¿Y ahora a mí,

quién me alivia este dolor,

este dolor de cabeza?

 

“Tengo el corazón en vilo,

y el alma pidiendo asilo”

la muerte es tan peregrina,

que aunque la veas parada,

ella camina y camina.

 

Escuché otra vez,

el murmullo de su voz:

Reza, reza y reza…

aunque te advierto que aquí

no piensan con la cabeza.

 

 

A veces sospecho,

que no hay enemigo peor,

que el eco de tu dolor,

 

Los males pueblan la tierra,

el cielo un lugar vacío,

de oráculos dormidos

sin sangre en las arterias.

 

Quisiera dar marcha atrás,

a esta oscura realidad,

estoy cansado de todo,

de engañar al corazón,

haciéndolo prisionero,

del imperio del dolor.

 

Ya sé por qué cuando sueño,

el dolor siempre está alerta,

tengo el corazón dormido,

y el alma está despierta. 

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Aquel sueño de la infancia

Aquel sueño de la infancia

Siento que el viento me trae,

aquel sueño de la infancia,

porque mantiene en mi piel,

el sabor de su fragancia.

 

Cada vez que suena el viento,

el pensamiento no espera,

el amor abre sus alas,

buscando la primavera.

 

La magia de aquella rosa,

la reclamo y la revivo,

el sabor de aquellos labios,

embriagando mis sentidos.

 

Aquel sueño de la infancia,

de una infancia que se aleja,

hacia el limbo del olvido,

me siento extraño y vacío,

como un objeto perdido.

 

A veces yo me pregunto,

¿qué fue de la última rosa?

debí decirle te amo,

antes que me arrebataran,

la flor más bella y hermosa.

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La Santísima Rutina

La Santísima Rutina

Se reviste de grandeza porque mi libre albedrío no existe para ella, tiene tal poder sobre mis fuerzas internas, que la siguen como un niño hambriento…

Gozo con la ilusión de que puedo controlarla pero en verdad lo que ocurre es que me relajo.

Hace que muchas actividades las repita a diario con la santa paciencia de un patriótico rito, en el mismo orden y a la misma hora, pero me siento a gusto y gozo de su compañía.

Además la Santísima Rutina me da seguridad, confianza y fortaleza, sé que es hermosa, tiene los ojos profundos y sus sentimientos son sinceros,  siempre busca que  me encuentre en perfecta forma.

Un día le dije al oído, ¿te gustaría aprender a bailar?  y se puso a mover las caderas a un ritmo que me sorprendió.

De pronto se encendieron las luces y alguien que no era ella me aplaude y me besa. No estuvo nada mal, me dijo, contengo la risa, sé que he hecho el ridículo, pero a ella no le importa.

Nuestra mente necesita sumergirse en nuevos sueños, ahora respiro y sin pensar me lleva a preguntar ¿qué triste será no tener a una Santísima Rutina?

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Mañana sin alba

Mañana sin alba

Hoy no se abrieron,

las puertas del amanecer,

el alba que alimenta al mundo,

se despereza con invisible calma,

mientras la oscuridad ahoga a la humanidad.

 

La tristeza un suspiro que no cesa,

un lamento que enciende la nostalgia,

con lágrimas las nubes vienen y van, 

ante la soledad de la mañana.

 

El sol entre las sábanas,

iluminando un cuerpo hermoso,

hoy la luna huele a adolescencia,

ella está siempre en su memoria ardiente.

 

El ensimismamiento del sol

con su estrella, es tan claro,

que aunque le hablen de otra,

siempre será ella,

la imagen de un viejísimo idilio,

que rebasa los siglos.

 

Hoy el sol al alba lucía,

como golondrina en vuelo,

despojando a las nubes,

del fresco aroma de otro recuerdo.

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Don nadie

Don nadie

Nació cuando nadie lo esperaba,

el cuerpo no tuvo tiempo,

de encontrar un alma adecuada,

cuando trató de alzar la voz,

le privaron de las alas.

 

Hoy recuerda esa amargura,

quisiera saber por qué,

voy arrastrando la muerte,

siendo un adolescente.

 

De que te sirve nacer,

en familia con poder,

si el cariño de una madre

se quedó en el ayer…

 

Su alma etérea, vestida

de riguroso dolor, huye,

escapa al remordimiento,

y su luz agonizante,

vacía su pensamiento.

 

No le queda nada más,

que ser desdichado,

un Don nadie, sin alma,

un efímero despojo,

de un mundo que se calla.

 

Sin nombre, sin ayer,

adonde nadie,

sabe nada de nadie,

adonde los sueños mueren.

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Dime almohada

Dime almohada

Dime almohada,

porqué me atormentas,

con historias ya pasadas,

ay, niña desconsolada.

 

Cuando la noche se abra,

escucha la voz amada,

misterio inexplicable,

cuando el sueño se destapa.

 

De repente se abre el cielo,

y una sensible presencia,

como león a su presa…

llegó tan hondo el amor

que me siento deseada,

volando en el mismo nido,

con las almas anudadas.

 

Sé que su amor me desgarra,

mi vida se siente inerte,

alrededor de un fantasma.

Me siento sola lo sé,

entre sábanas heladas,

he encajado su amor,

como mochila a mi espalda.

 

Qué triste es hablar así,

a mi mullida almohada,

pero no puedo vivir,

con esta espada clavada.

 

Dime almohada:

¿Cuál será la noche,

que vuele libre mi alma?

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