Aunque ella no existiera
Tuve
un sueño tan ferviente,
que
recreaba en mi mente,
todo
aquello que soñé,
la
busqué y la busqué,
como
si ella existiera,
una
febril compañera,
una
hoguera preparada para mí.
Sus
labios eran pétalos de brisas,
dibujando
una sonrisa,
de
aroma fresca de enamorada,
volcán
donde el sol se echaba,
cuando
la luna colgaba,
de
la bóveda del cielo,
hurtándome
el sosiego.
La
ansiedad me mata,
y
la noche me delata:
Soy
culpable de dejarme llevar,
por
las olas del recuerdo,
que
buscan llameando,
las
playas de la aurora,
inmensa
lengua de fuego,
besos
plenos de silencios,
que
en la noche me devoran.
Y
aunque ella no existiera,
ni
la luna bajo el cielo,
cuando
la dicha te habla,
en
la gloria está mi alma,
bajo
su embrujo y amor,
ay,
tengo la sensación de vivir
en
eterna tentación.
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Hermosa es esa búsqueda por los rincones oculto del deseo, olas de recuerdo que buscan la eterna tentación algo tan maravilloso en nuestras vidas, difícil de describir pero tú lo haces con sencillez, sensibilidad y maestría.
ResponderEliminarGracias por el placer que me da leerte.
Felicidades y un beso fuerte
Natalí Crespo
Enhorabuena por este poema con tanta fuerza amorosa que me lleva a experimentar una agradable sensación y me queda con la miel en los labios.
ResponderEliminarUn beso
Eva Rocha