La Capilla Sixtina de Madrid
(Iglesia de San Antonio de los Alemanes)
Antes de comenzar a
hablar del Templo y de sus espectaculares frescos, hay que dar alguna pincelada
de su historia y de su singularidad.
En 1606, a instancia del Consejo de Portugal, Felipe
III, (rey de España y Portugal), ordena la fundación de la Hermandad de San
Antonio de los Portugueses con el compromiso de ayudar a los pobres.
Dicha Hermandad toma la decisión de construir una
iglesia en honor a San Antonio de Padua, santo portugués. En su origen la iglesia servía
como hospital y refugio para los peregrinos portugueses por ello, recibió el
nombre de San Antonio de los Portugueses.
Las obras se iniciaron en 1624 y concluyeron en 1633. El proyecto original es del
arquitecto y hermano jesuita Pedro Sánchez, retocado posteriormente por Juan
Gómez de Mora, (arquitecto de la Plaza Mayor y la Casa de la Villa de Madrid),
trazando una fachada sobria y austera, siendo el maestro de obras el arquitecto
constructor Francisco Seseña.
La actual fachada es la original de estilo
post-herreriano y la portada es barroca, conteniendo como única decoración, encima
del dintel de la puerta, una escultura en piedra de San Antonio, atribuida a Manuel Pereira.
Entre las singularidades del edificio destacamos
la iglesia de planta elíptica y el chapitel que corona la cúpula por su forma
octogonal y que es además el más alto de Madrid
Tras la independencia de Portugal de la corona de España (1640), la reina regente Mariana de Austria, segunda
mujer de Felipe IV, y hermana del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
cedió el templo a la comunidad de
católicos alemanes residentes en la villa, cambiando su denominación a San
Antonio de los Alemanes.
En 1660 Diego Velázquez tras su estancia en Roma,
trae a la corte española a los pintores Ángelo Michele Colonna y Agostino
Mitelli, para que hicieran el proyecto de decoración de la iglesia.
Pero no es hasta 1.662 cuando comienzan los
trabajos de decoración de la cúpula de la mano de los pintores Francisco de
Rizi y Juan Carreño de Miranda, suyos son los espectaculares
frescos de la cúpula con la Apoteosis de San Antonio, los del tambor, las
hornacinas con ocho santos portugueses y españoles son de Francisco Rizi.
Ambos adoptaron
el estilo denominado “quadratura” por influencia de los pintores
italianos, hasta entonces las cúpulas españolas se dejaban lisas, sin apenas
decoración. Esta técnica de la “quadratura”
fue introducida en España por Colonna y Mitelli, supone pintar
mediante trampantojos, es decir engañando al ojo, mediante el empleo de
arquitecturas fingidas, que crean una sensación de que el objeto dibujado y
representado es real.
En 1.960 una rotura de tejas además de producir
una gran inundación, causó un gran daño en la bóveda y sus frescos, como
consecuencia de ello hubo que restaurarla. Para ello se contrató al pintor y
decorador napolitano Luca Giordano (españolizado como
Lucas Jordán).
Él fue el encargado
de pintar el tema de esta gran obra mural con escenas de los ocho milagros de San
Antonio de Padua, y los ocho retratos de santos reyes europeo. Por cierto
también tuvo que retocar la obra de Carreño de Miranda y Rizi
La sencillez y sobriedad de su fachada no da la
menor pista de lo que te vas a encontrar en el interior, a simple vista parece
una Iglesia más, sin nada que destacar, pero al traspasar el umbral de sus
puertas es donde está la verdadera sorpresa, nos encontramos con 1.500 m² de
superficie con unas sensacionales pinturas al fresco, donde la mirada se pierde
en el formidable despliegue artístico que recubre de arriba abajo sus paredes,
creando un ambiente de ilusiones ópticas, una explosión de belleza y colorido
con un dramatismo y una escenografía que te atrapan desde el primer instante.
Una muestra del ilusionismo barroco en todo su esplendor.
Hay que situarse en el centro de la misma y
levantar la mirada para encontrarse de lleno con la espectacular cúpula que
corona el interior del templo, tus ojos van de un lado a otro sin poder detener
la vista en un lugar concreto debido a las numerosas imágenes que están
representadas en la superficie de los muros. En lo más alto de la iglesia, como
si del cielo se tratara, aparece la grandiosa escena de la aparición de la
virgen y el niño a San Antonio de Padua.
El santo se apoya en una nube sujeta por ángeles alados y un haz de luz divina
cae sobre su cabeza, en ese universo de gloria encontramos hasta ocho santos
con escena de sus vidas.
La joya de la corona, así la definió Felipe V, mientras que otros la llaman la
Capilla Sixtina de Madrid.
Del retablo mayor original solo se conserva la
majestuosa escultura de San Antonio con el niño Jesús de Manuel Pereira.
En 1.762, ya bajo el reinado de Carlos III se hace
el retablo actual, neoclásico, es obra
de arquitecto Miguel Fernández y del escultor Francisco Gutiérrez, cuyos
ángeles guardan gran similitud con los que creó por esa misma época para la
Puerta de Alcalá.
De entre todas las esculturas destaca un magnífico Cristo Crucificado.
Pero no acaba aquí las sorpresas de esta pequeña y
maravillosa iglesia madrileña, ya que en los sótanos del templo está la cripta,
(de cruz latina), en ella descansan los restos de dos infantas de Castilla: Doña
Berenguela, hija de Alfonso X El Sabio y de Violante de Aragón, y la niña
Constanza de Castilla, nacida del matrimonio entre Fernando IV de Castilla y
Constanza de Portugal. Los restos de las infantas castellanas proceden del
antiguo Convento de Santo Domingo, demolido en 1869.
Esta joya artística y arquitectónica es una gran
desconocida que por su singular belleza merece mucho la pena visitar
!Descúbrela¡
Autor: Nicomedes Pozón Requejo
Publicada en la Revista Cultural “La Talega” Nº 47 – Agosto 2023
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