El “secreto” de los leones del Congreso
No todo el
mundo conoce el secreto de los dos célebre leones del Congreso de los Diputados,
con apenas siglo y medio de vida, son uno de los símbolos más representativos
de la capital de España.
Custodian la
escalinata de entrada al Palacio de las Cortes, en uno de los edificios más emblemáticos
de Madrid, situado entre la cuesta de la Carrera de San Jerónimo y la calle
Zorrilla.
Si atendemos a
su origen, este espacio lo ocupaba la Iglesia del Espíritu Santo, anteriormente
convento. Tras la retirada de la congregación, este edificio fue designado para
reunión del Estamento de Procuradores, pero dado que el edificio no estaba para
muchos trotes, fue declarado ruinoso. Se acuerda la creación de un nuevo
palacio. El proyecto fue elaborado y ejecutado por el arquitecto Narciso Pascual
Colomer, siendo inaugurado este edificio neoclasicista el 31 de octubre de 1850
por la reina Isabel II.
La monumental escalinata del Congreso contaba con
dos podio a los lados sobre los que se dispusieron sendas farolas, sin embargo
esta ornamentación no convenció a nadie ya que dejaban al conjunto un poco
desangelado y a petición de los parlamentarios, se decide colocar un par
de leones, símbolo de la monarquía, que custodiarían para siempre el templo de
la política española, dotándolo de mayor rango y solemnidad.
Para la
realización de esta insigne obra, se recurre al escultor de la corte, el
aragonés Ponciano Ponzano, pero en aquellos tiempos la situación económica era
insostenible y el presupuesto para unos leones en bronce era muy elevado y el
escultor no tuvo más remedio que ejecutar la obra en yeso, pintado con betún de
judea, fingiendo bronce.
La idea fue
descabellada, pues al cabo de un año, fueron presa de la lluvia.
Se optó por encargar una
segunda pareja de leones con materiales más resistentes.
Esta vez el encargado de esculpir los felinos
sería José Bellver y Collazos (Ávila 1824- Madrid 1869) recién
llegado de Roma que se había ganado un puesto en la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando.
Este
segundo encargo sería tan decepcionante como el primero, no
por la calidad de los materiales, sino por el tamaño de las esculturas, se
llegó a decir que se parecían más a dos perros rabiosos que a dos majestuosos
leones.
Y a la tercera fue la vencida. El proyecto volvió
a recaer sobre Ponciano Ponzano y esta vez las estatuas serían en bronce.
Y no un bronce cualquiera, sino que se utilizaron
los cañones ganados a Marruecos por el ejército español en la gran Batalla de
Wad-Ras, el día 23 de marzo de 1860.
Tales cañones se entregaron
a Ponciano para hacer los leones del Congreso, siendo fundidos y forjados en la Real Fábrica de
artillería de Sevilla.
Por fin
en el año 1865 fueron terminados las esculturas, esta vez el artista consiguió dotar a las
figura de un aspecto grande, bello y fiero, del agrado del pueblo de Madrid, excepto
de un grupo de diputados que criticaban su origen militar, entendiendo que no
podían representar al congreso dos figuras realizadas con material de guerra,
llegándose a hablar incluso de su destrucción, pero en 1872 se zanjó el debate
y se colocaron en el lugar que ocupan en la actualidad.
El pueblo de Madrid los bautizó con los nombres de Daoíz y Velarde,
en honor a los héroes de la guerra de la Independencia, los dos
capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, que se sumaron al levantamiento
contra las tropas francesas, el 2 de mayo de 1808.
En 1985 fueron bajados de sus
pedestales para proceder a su limpieza y restauración y fue entonces cuando se
descubrió el secreto de los leones del
congreso.
Para empezar descubrieron que uno pesaba 450 Kg.
más que el otro, pero existe otras diferencias
más apreciables; uno mira hacia la derecha y otro hacia la izquierda y además
sujetan una bola con patas diferentes.
Pero el
secreto más impactante es que uno de los leones no tiene testículos, (Daoíz
carece de bolsa escrotal). Se
desconoce el porqué de este error.
Según informa el canal Historia, descubridor de esta anomalía "no
existe ninguna razón artística, histórica, biológica o de cualquier otro tipo
que justifique este hecho"
La gente comenzó a hacer conjeturas sobre la
notable ausencia y la primera teoría que salió a escena fue que posiblemente se
trataba de un león y una leona pero esta hipótesis se descartó, ya que ambos lucen una frondosa caballera propia de los
machos.
Debido a esta diferencia testicular algunas
versiones aseguran que los leones representan al héroe y la heroína Hipómenes y
Atalanta, que fueron convertidos en leones por la diosa Cibeles. Es por esa y
no otra razón que el león que representa a Atalanta carece de testículos.
Con el paso de los años la idea más convincente es
que quizás, el escultor, Poncio Ponzano, se quedase sin material para la
terminación de la obra y prescindiese de éste en los testículos del león
izquierdo, por lo que decidió suplirlo, modificando la posición del rabo, para que
no se notase la falta de sus atributos. Un secreto que ha tardado en salir a la
luz 147 años.
El canal Historia y otras plataformas han
intentado subsanar la carencia de masculinidad del león eunuco, pero fusionar
esa pieza supone un gran riesgo para la escultura.
Que luzca la fiera o no nuevos genitales no les
cambiará la vida a los huéspedes del
Congreso, ni siquiera al estoico león.
Así que cuando viajéis a Madrid, seguro que echáis
un vistazo a unos de los símbolos más representativos de la ciudad y por
extensión de España.
Nico Pozón Requejo
Publicada en el la revista cultural LA TALEGA, nº 45 de
Agosto 2022
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Muy interesante. Un placer leerte
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