Vergüenza ajena
No
he querido mirar,
para
que tú no miraras,
¡sentí
vergüenza ajena!
Las
gentes padecen incontenibles
impulsos
de vanidad,
es
como una extraña aspiración a lo divino.
Yo
no quiero ser igual que los demás,
debo
ser otro, y para serlo
tengo
que apartarme de ti.
Me
llena de terror que nadie me escuche,
que
nadie me entienda, no es fácil para mí
dejar
cicatrices en mi biografía.
No
tengo palabras que emulen
la
triste amargura de mi pensamiento,
-“ignorar
lo que mi voz clama”-
Cuesta
sangre, sudor y lágrimas,
entender
que ser un perfecto idiota,
no
da fuerzas de arrepentimiento.
Quiero
creer que el postureo no existe,
y
que sentir vergüenza ajena,
es
una pálida mancha de rencor.
Copyright © RTPI 16/2019/1187
Hay personas que son como árboles vivientes, con tanta osadía que dicen que esconden a un dios entre sus ramas.
ResponderEliminarMe gustó leerte
En algunas personas vibra un impulso incontenible por hacer el ridículo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y mi felicitación