Tierna
flor del sol naciente,
capricho
del firmamento,
con
pupilas relucientes,
y
labios de amor sedientos.
Asombra
de su cuerpo,
su
mítica figura,
las
gemas de sus pechos,
su
blanca hermosura.
Tan
sutil como un velo,
de
finas transparencias,
contemplando
ese cielo
perfumado
de esencias,
Bella
flor que se marchita,
como
la pálida luna,
cuando
el amor que la habita,
no
brilla por parte alguna.
Un
profundo desatino,
nubla
el cielo de mi mente,
a
sus encantos divino,
hermosa
perla de oriente.
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