Nadie duerme en el cielo
los muertos se fugan de
los cementerios
en estampida, siguen el
rastro de la luna llena,
con coléricos recuerdos que
vomita su memoria.
Hasta los perros ladran furiosos a la oscura noche,
degolladas voces alertan
al afilado bosque,
muchas de sus hojas vuelan
angustiadas,
viendo a las camelias con
sus flores muertas.
Nadie duerme en el cielo,
las hienas ríen a
carcajadas,
los muertos vuelven a la
nada,
el sol se eriza con
violentos temblores,
Mientras la luna con su
rostro invisible,
lo contempla impasible,
a través de las vidrieras
de su lecho,
por fin se rinde a la
oscuridad de la noche.
Aúllan las sombras que
cubren embebidas,
la tumba de la niña de los
ojos de esmeralda;
rosa que un día no
escuchó, el griterío de un rail,
y le rebanó el espíritu.
La luz camina de prisa por
los arrabales de los sueños,
sólo el aire ese genio de
voz atronadora,
mueve a la tierra por las aristas del tiempo,
ya, nadie duerme en el
cielo.
Copyright © 16/2014/7472
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