Lucía
una clara luna,
Que
iluminaba el salón,
Refugio
de diversión,
Noche
de poca fortuna.
Entre
canción y canción,
Miradas
marcan el son,
Un
golpe de la ilusión,
Me
deshizo el corazón.
Me
recosté en un sillón,
Quede
traspuesto, oyendo sin oír,
El viento azotaba mis entrañas,
Una sonrisa helada,
Me sacó de mi letargo,
Sumergido en el misterio,
Viajé al subconsciente,
A captar el espíritu de su mente.
Me recorrió un sentimiento
estremecedor,
A
sus ojos de cielo triunfante,
Se
hallaba adherida el alba,
Devorando
las sombras,
Invadiendo
ese amor misterioso,
Grabado
en la memoria de los tiempos,
Escuché
su pausada voz:
La
noche es joven, ¡vamos a disfrutarla!.
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16/2013/8581
Ninguna cosa hay tan maravillosa en este mundo como la inteligencia, hay personas que como capital tienen solo eso su talento y cuando nos deleitan con unos versos magistrales sacados de la nada es un auténtico regalo que reclama nuestra atención
ResponderEliminarY nos lleva por su corriente ese río imaginario de los sueños.
Gracias
Me ha parecido muy interesante un buen trabajo muy reflexivo, hay veces que estando ébrio se razona con mucha intensidad y se llega al fondo de las personas.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho.
Me ha gustado y he disfrutado de su lectura.
ResponderEliminarSaludos
Recostado en un sillón por los efectos del alcohol yo amo hasta el infinito y tengo visiones múltiples. Y al final siempre encuentro pareja.
ResponderEliminarSaludos
Preciosa, como puede llegar uno aunque esté con dos copas de mas a meterse en la cabeza de otra y alucina hasta se van de copas.
ResponderEliminarUn saludo