llena de luz y laureles,
desnuda la trajo al mundo,
la luna que nunca duerme.
El silencio se hace añicos,
cuando sale de su vientre,
aquella madre gozosa,
que al mundo quiso
traerte.
Al llegar la bella aurora,
el cielo al fin, suspiró,
cogió un pecho entre sus
labios,
y la leche evaporó.
Nació una niña preciosa,
con los ojos entornados,
en un mundo luctuoso,
con el cuerpo encorvado.
El amor nunca pudo
florecer,
la guadaña de la muerte
le robó su amanecer,