La pluma
inquieta, la pluma fría,
va sacando
palabras al pesado silencio,
de un papel
blanco manchado,
con rugosos
trazos de melancolía.
Marcando el
paso a una poesía,
fluye del alma
como un río,
paso a paso,
con sed inagotable,
beso prendido a
un nuevo día.
La pluma
inquieta se desliza,
indiscreta, en
la intimidad,
de un amor incipiente,
noctámbulo y
silente.
Sueña leyendo
sus propias poesías,
arrulladora
pluma de dulce simetría,
despierta
tocando el corazón,
versos secretos
que laten con pasión.
Tiñó de cálida
ternura, tierras lujuriosas,
pluma
misteriosa y reveladora,
que a veces
llora,
con el pecado
de nacer pícara y primorosa.
Se desliza por
el tiempo, añorando,
la despeñada
primavera,
entre renglones
ocultos, acabando,
cuando la vi
por vez primera.
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