Había preparado todo para ofrecerme el paraíso, y por aras del destino
sembró de angustia mi corazón, no hay nada oculto bajo el sol. Estaba harta de
ser usada como pantalla de sus caprichos, él se comportaba como el esposo
perfecto y mostraba ser muy feliz en un matrimonio de apariencias.
En una fiesta estando mi esposo un poco bebido, los cubatas de ron sacaron
de su corazón lo que en la vida ocultó. “Le gustaban los muchachos”.
Un día recibí tal impresión que me quedé temblando, vi a mi esposo en mi
dormitorio haciendo el amor con su alumno, Rodrigo, la escena me impacto, aquello
era tan fuerte que pedí morirme, ¿que hice yo para merecer esto?.
Me puse tan histérica que él se acercó y me dijo, que tiene de malo que le dé un beso fraternal
a mi mejor alumno y le haga unas carantoñas como muestra de mi cariño hacia el.
Me quedé de piedra y más
cuando vi a Rodrigo en un lugar tan íntimo, medio desnudo y disfrutando plácidamente de nuestro dormitorio . Me dijo que amaba a
mi marido y que me odiaría si lo trataba mal.
La imagen de felicidad que aparentamos era irreal, él jugaba su propio
juego, seguro de que nadie descubriría su estrategia aunque a mí me mostró las
cartas a sabiendas de que su esposa nunca revelaría su intimidad.
Para mí era demasiado se protegían mutuamente, -alucinaba en colores-, hasta
la fecha no había conocido a ningún profesor que se propasara con sus alumnos,
mi tolerancia estaba llegando al límite.
Pasaban los día y la situación no
variaba, ¿nadie se daba cuenta de lo que estaba sucediendo? Yo intentaba
atraerlo quise ser suya para siempre pero el competidor acabó con mis fuerzas.
Un día lo encontré muy cercano, muy comprensible, con un tono de voz
afectuoso me dijo que ya tenía la solución, presentí algo terrible, algo que no
me iba a gustar, ¿Por qué no compartimos a Rodrigo? os amo tanto a los dos que
no podría vivir sin uno de vosotros?....¿cómo pude enamorarme de un gay?
¡que delito cometí… y ahora quería convertir nuestro matrimonio en un círculo
vicioso.
Él siempre me ofreció confianza y respeto y la sugerencia que me hacía era
para que tomara una decisión que no quería tomar, ahora me doy cuenta de que
siempre estuve psicológicamente manipulada y que no me había dejado opción ni
escapatoria.
Sin poder contarle a nadie por la situación que estaba pasando, tomé una
decisión “dejarlo para no caer en manos de su traición”, hoy me siento aliviada, sé que tomé la
decisión correcta, aunque me hubiese gustado que acabara en la cárcel.
Nico Pozón 08.03.2016