Amor
soñado, eterna melodía,
Que
seduce a la noche, envolviendo a mí ser,
Se
vuelve transparente por el día,
Y
se esconde en el amor de una mujer.
En
mi lecho cada estrella es un lago cristalino,
Que
ilumina a la florida primavera,
Reflejándose
en el agua su universo divino,
Y
la concha excitante del mar de sus caderas.
Llueve
en el río que se aleja entre balandros,
Para
olvidar los puentes del pasado,
Tras
recorrer conmigo apurados meandros,
A
ritmo palpitante del ahogado.
Cada
vez la noche se vuelve más oscura,
Una
angustia inútil me sofoca,
Se
me apaga el alma en las alturas,
Buscando
el laberinto de tu boca.
Me
escondo en tu cuerpo adormecido,
Huyendo
de la muerte tan callada,
El
alma se me vuelve toda oído,
En
el infinito espacio de la nada.
Copyright ©
16/2014/2333