A
la sombra de la adelfa,
Que
circunda al rio,
Me
esperaba ella,
Una
dulce mañana del estío.
Atractiva
y hermosa, sus besos amargos,
Contrastan
con sus ojos púrpura,
Imanes
que atraen todas las miradas,
Como
el rio necesita del agua agitada.
Nació
para ser deseada,
Azúcar
amarga, salvaje y delicada,
Emerge
a la vida con su latir sereno,
Aureolas
rubí coronan sus senos.
Me
abrazo a la verdad desnuda,
Floreciendo
y abriendo sus ventanas,
Al
arbusto erecto que la anuda,
Plantado
mi néctar en su diana,
Relumbra
ahora el jardín en llamas,
Nace
para ser vista su belleza,
Como
mi sangre concluyente clama,
Circulando
mi savia por la adelfa.
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16/2013/8581